Querido amigo,
Cuarenta días y una noche
he pasado en este cuarto. ¿Será que nadie me dejará escapar inadvertido hacia
la noche? ¿Quién me estará manteniendo cautivo? Grito desde mi lugar.
Verdaderamente que este guardián se comporta en su forma más cruel. Las paredes
respiran y al inhalar mis pensamientos los pintan vívidamente en una
interminable corriente de insultos. He tocado cada rincón buscando alivio. ¿Es
qué nadie puede ayudarme? Hace mucho tiempo algún tipo de ser trató de tocarme
a través de la pared. De hecho, parecía de mente deformada y, aunque fue muy
astuto, pude evadir su horrible abrazo.
En suaves susurros hablaba
del paraíso y cosas así. Otra vez fui muy inteligente para caer en sus
mentiras. ¿Te mencioné lo que dijo? No puedo recordar si lo hice, entonces te
lo repito: hablaba de una persona encerrada en su propia mente, sus pensamientos
toman forma con cada uno que genera. Ridículo que alguien se haga a sí mismo
tal cosa ¿No es verdad? Sé que este ser es diabólico y tiene intenciones de
volverme loco. Déjame salir. Visiones se expanden acariciando las paredes otra
vez. Una exposición fantasmagórica de profunda tristeza. El ser le susurra otra
vez a mi alma que yo soy el raptor. ¡Oh claro! Yo me encerraría a mí mismo en
el infierno. El susurro continúa con sus mentiras. Cuarenta días y una noche he
pasado en este cuarto.
Me entrego al desespero y rezo por que llegue el final. Los
susurros continúan hasta que hacen implosión dentro de mi cabeza. Tan cruel es
su perseverancia que comienzo a escuchar con la esperanza de que ellos finalmente me
destruyan y me den algo de paz.
Con resolución me levanto
para encontrarme con el abrazo del más cruel y odiado enemigo. Al menos me
destruirá y cesará la tortura. Al momento que el ser envuelve mi débil y
oprimida esencia, se origina una vibración. ¡Por fin la aniquilación! Me
rindo. Los dramas que vi y viví se arremolinan delante de mí en una explosión
de pensamiento. De pronto me doy cuenta de que el ser más cruel, mi raptor, mi
torturador es… ¡Oh Dios mío! Soy yo.
Mientras la bruma de mi
propia creación negativa se disipa encuentro en los brazos de mí mismo, el
creador de todo, la paz que tanto anhelé.
Nota: Esta carta no fue
firmada
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