Querido amigo,
Me despierto sola. Siento el palpitar de mi
corazón en mi pecho. Cuando veo hacia abajo encuentro que no tengo cuerpo.
Entonces, ¿cómo pude haber sentido un palpitar? Me sentí llena de pánico en lo
que quedaba de mí, que me pareció prácticamente nada. Era increíble cómo podía
sentirme como un todo. Ya no existía, pero estaba muy alerta. Podía ver todo.
Sentir todo. Mis sentidos estaban intactos. ¿Cómo puede ser esto? Puedo ver mi
cuerpo retorcido en la esquina. Descolorido por el frío y la muerte. Increíble
que pueda estar en paz, como si acabara de tomar un momento para descansar. El invierno nos ha cobrado su peaje. Hambrientos nos congelamos hasta morirnos,
mi familia y yo, en el nuevo continente.
Una colonia inglesa tan arrogante en sus
comienzos, ahora tratando de aferrarse a la vida en el invierno más frío que
nadie haya visto antes. Cuán ignorantes fuimos. Sin suficiente comida y con
tan precario albergue, me pregunto cómo pudimos durar tanto. Ahora no tengo
ninguna expectativa de estar en el plano físico. Debo estar muerta. ¿Estaré
embrujando este lugar? No hay nadie más aquí. ¿A dónde fueron sus conciencias?
Puedo ver sus cuerpos también. Todos se ven iguales al mío. Muertos. Me siento
tibia. Debería estar fría. Espero.
Nadie viene. No hay sobrevivientes. Estoy sola.
Me divierto con pensamientos de mi niñez. Las memorias agradables iluminan el
camino alrededor mío y siento amor.
No hay nada más. Todo lo que me queda son mis
memorias. Perdí la cuenta de los días. De alguna manera el día y la noche se
mezclaron, y se convirtieron en una existencia interminable.
No tengo a dónde ir. Debe
haber transcurrido un largo tiempo. Nada cambia. Me pregunto qué será de mí. Le
rezo a Dios, pero él no me responde. ¿Qué hago? ¿qué hago?
Me siento poderosa, pero débil. Siento furia en
mi discurso. Seguramente no hay ninguna respuesta a mi rompecabezas. El plano
físico se va y yo me pregunto hacia dónde me llevará mi viaje espiritual. Me
aburro de estar en el interior de esta cabaña con su mensaje de muerte. Me
salgo a la nieve y a la luz de las estrellas. La grandeza del aire me llena y
me siento emocionada. Empiezo a subir para agarrar un lucero y colocarlo en el
centro de mí misma. Son tan hermosos. Subo alto, más alto.
Estoy cerca de la luz de una estrella. Cada
punto luminoso se acerca más a mí y al acercarse veo la vida sobre ellas. Eones
de existencias sobre cada punto radiante. Todo lo que tengo que hacer es
escoger uno. Mezclo mi esencia a uno particularmente un poquito fuera de mi
camino. Se arremolina sobre mí hasta que puedo imaginarme qué tipo de vida
existe sobre él. Cierro mis ojos y respiro su energía. Me convierto en uno con
la fuerza de vida de esta estrella. Mi energía se tornó en una nueva forma de
vida, diferente, pero después de tanto aburrimiento le doy una grata
bienvenida. Vuelvo a renacer. Renazco a una nueva vida. Otra oportunidad de
evolución. Estoy agradecida. Estoy viva.
Stella
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