Querido amigo,
Al morir esperaba, sin duda
alguna, ver el rostro de Dios. Comprender los misterios de nuestro universo
mientras conversaba con el Creador de todas las cosas. Quería saber si la
Biblia hablaba de hechos reales, de ficción o de la mezcla de los dos. Quería
saber quién era de verdad Cristo Jesús. Quería saber si realmente tenía otra oportunidad
a través de la reencarnación. Tenía muchas preguntas con más o menos igual número
de respuestas.
Imagina mi sorpresa al
momento de la transición. La única trompeta celestial fue un ligero pito en mis
oídos, que luego se tornó un poco fastidioso hasta que dejó de sonar. Mis ojos,
como los conocía, no existían más. Percibía sensaciones sin definición. El
plano físico representa formas. La espiritualidad no tiene definición. Los
extremos se esparcen desde el alma hasta más allá de lo que puedes imaginar.
Me encontré confiando en
viejos patrones físicos para definir lo que estaba sucediendo. Ahora me doy
cuenta de que era más fácil aceptar las nuevas cosas. El paseo al olvido
hubiera sido más suave.
No te asustes por el
término olvido, es solo un estado del ser. No hay aniquilación unido a este
estado. Es solo diferente.
Vamos a regresar a la cara
de Dios. Obsesionado por el concepto busqué una explicación a las lecciones
recibidas acerca del encuentro con Dios. ¿Dónde estaba? Yo estaba solo.
Eones de tiempo parecieron pasar. Nada había. El temor a que todo
fuera mentira me envolvió. Traicionado por mi raza y mi cultura, discutía
conmigo mismo sin el rostro de Dios. ¿A quién le he rezado todos estos años?
¿Era solo una fantasía? ¿Será que se burlaron de mí tan fácilmente?
Estoy seguro de que debe
haber alguien que me consuele. ¿Dónde están todos esos ángeles y santos? ¿Dónde
está la conciencia de la misa? Estaba solo.
Sintiendo lástima de mí
mismo comencé a llorar. La última vez que tuve tal estado emocional fue en el
funeral de mi madre cuando tenía 10 años. Las lágrimas corrieron por mi rostro
y formaron un charquito, allí cerca de mi vista, que brillaba cuando era capaz
de enfocarme durante las pausas en mi llanto. En un breve momento capté el
reflejo de quien solía yo ser en el charco, lo cual trajo muchas memorias de mi
vida. Me di cuenta de cuánto había cambiado. Mis facciones estaban más
definidas. De hecho, me veía muchos años menor.
La imagen de mí comenzó a
hacer su camino a través de varios escenarios y encuentros en mi vida. Mientras
lo veía me sentí mejor. Muy malo que Dios no haya estado aquí para ver la vida
tan buena que había logrado llevar.
El orgullo de un trabajo
bien realizado me llenó. Bueno, si Dios no estaba por aquí me doy a mí mismo la
absolución y estoy listo con esto. De hecho, crearé mis propias puertas
perladas del edén.
Tan rápido como mi propio
pensamiento, las puertas del cielo se materializaron frente a mí. ¿Dónde
estaban anteriormente que no las había visto?
Imposible.
Dos formas se movieron
hacia mí. Eran de apariencia angélica, mas no lo que esperaba. Aparentemente
con algún propósito caminaron hacia mí.
Les pregunté acerca del asunto de Dios. Confundidos se miraron
entre sí y luego me miraron a mí. «Dios está aquí. Has estado en
contacto desde que llegaste, ¿sabías?».
Claro que estos dos no
fueron de ninguna ayuda. Yo no había estado con nadie. Estaba solo.
Los dos seres asintieron la
cabeza. «Mi querido, eres la presencia de Dios al igual que nosotros. Dios
existe en todo. Solo necesitabas buscar dentro de ti para encontrarlo. Tus
lágrimas fueron la ventana. Dios se ha visto a sí mismo a la cara y está
complacido. Nunca estuviste solo. Estabas con Dios».
Viendo en retrospectiva
probablemente estaba molesto. De cualquier modo la revelación me dio cual golpe
en la frente y me eché a reír. El enigma era muy simple. En mi iluminación las
puertas del cielo se abrieron frente a mí y caminé a través de ellas. El rostro
de Dios brilló delante de mí en mis propias lágrimas. La cara era la mía. Lo
entendí.
Samuels
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