domingo, 22 de marzo de 2020

Jeremy





Querido amigo,

Yo no quería morir. ¡Cuán injusticia! ¡Precisamente cuando mi vida estaba empezando a hacerme sentido! Me aferré a cada respiración esperando un milagro. Me reconfortaba el sonido del aire cuando escapaba por mis fosas nasales, especialmente cuando presentí el final. Después de cada inhalación, exhalaba a voluntad… solo una vez más. Momentos desafiantes para alguien tan cerca de la rendición total. Estaba muriéndome desde lo más profundo de mí mismo. Mi sangre traicionaba mis células con toxinas. Era todo tan injusto. Paré de rezar. ¿Cómo Dios podría permitir tal cosa? Estaba furioso. Dios era un blanco fácil. Tenía que culpar a alguien o a algo.

Entonces esperé que la muerte me llevara. Esperaba sim­plemente perder el conocimiento. Esperaba ver a Dios y poder decírselo. Esperaba tener más pánico con el último aliento. Esperaba todas estas cosas y no obtuve ninguna.

Al terminar el día el dolor era insoportable. Hasta ahora me había negado a tomar calmantes. Quería conservar mi cabeza bien puesta. Le temía a las drogas, pero este último día decidí aminorar la carga.

Cuando la morfina llegó a mi cabeza comencé a lanzar una red de mentiras. Le dije a mi cuerpo que no había dolor y mi cuerpo lo creyó. Cerrando los ojos entré en una zona de silen­cio. Saqué los ecos de mi mente. Pronto empecé a tener pensa­mientos sobre las experiencias de mi vida. Recordé anécdotas de mi niñez, actos de mi colegio, episodios familiares. Percibía mi cuerpo relajado mientras revivía viejas memorias. Me sentía mejor.

Mi tío Víctor me llevó a montar caballos. Montábamos en la playa cuando repentinamente supe que nunca podría haber pasado de esta manera. Yo crecí en Oklahoma. No había playa. Me acerqué a mi tío que veía fijamente el horizonte. Le pregunté por qué mis memorias eran imprecisas. Me dijo que habíamos montado muchas veces de esta manera. Yo supe que aún bajo el efecto de la morfina nunca estuvimos en una playa. Mi tío Víctor me miró a los ojos y sonrió:

―¿No quisiste nunca que fuera verdad? Ahora puedes tener la experiencia de cualquier forma que gustes ―me dijo amorosamente.

―¿A qué te refieres exactamente? ―le pregunté estupefacto.
―Bueno, puedes montar hacia atrás y regresar a tu sitio de origen o hacia adelante, hacia el sol, o podemos hacer incluso que sea una luna ―dijo el tío Víctor mientras sonreía y se volteaba en su silla.

Repetí mi preferencia hacia la vida. La muerte era el final y yo tenía tanto por que vivir. Con esto, mi tío Víctor comenzó a reírse otra vez y me dijo que estaba equivocado acerca de lo referente a vivir. Dijo que la vida evoluciona constantemente. Estaba simplemente soltando una piel y la próxima fase de la vida era igualmente grandiosa. 

«Vamos ―dijo―, cabalga conmigo por un rato. Empezarás a ver a lo que me refiero». Solté las riendas un poco y lo seguí. A cada paso mi corcel se sentía más ligero. Cuando alcanzamos el horizonte vi hacia atrás y, sorprendido, me encontré con los linderos de mi vieja vida. De alguna manera se veía más pequeña y menos importante desde esta perspectiva. Además, no había playas para ir a montar. Decidí seguir al tío Víctor. En ese momento me di cuenta de que mi tío había fallecido cuando yo era adolescente. Me supongo que él conocía la playa mejor que yo.

Entonces dejé la obsesión con aquella vida en particular. Había muchas más en el horizonte. Llegaré a ellas. Por ahora, simplemente seguiré a mi tío por la costa. Es una manera grandiosa de vivir desde cualquier perspectiva.

Jeremy

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Notas Sobre la Partida. Autora April Crawford.

  Autora: April Crawford ___________________________ Parting Notes Autora April Crawford Notas sobre la Partida Traductora al español María ...