Querido amigo,
desesperado... desesperado y solo.
Esto era lo que sentía
dentro de mí cuando estaba esperando el final. Cada momento se fundía en muchos
más y se multiplicaban interminablemente hasta que ni siquiera podía percibirlos.
Verdaderamente abatido me revolcaba en mi propia miseria. Tomaba mis
infortunios cual taza de leche antes de dormir. Ya me habían contado que la
miseria ama buena compañía y esto se convirtió en mi grito de guerra. Qué vida.
Cuánta miseria. Qué desperdicio.
Puedo decir esto ahora.
Viendo la escena completa podría hacer declaraciones concernientes a mi falta
de progreso en esa vida en particular. Quizá debería sentirme avergonzado; sin
embargo, no. Las lecciones aprendidas durante mi matrimonio con la miseria son
invaluables.
La primera vez que caí en
cuenta de que había muerto estaba afuera, en mi jardín. Claro que nada de lo
que sembré creció con propiedad. Algo siempre salía mal. Mirando a los cielos
maldije al universo por tanta miseria. La pestilencia de mi mala suerte colgaba
en mi cuello cual joya en una cadena. Sin embargo, en esta mañana en particular
noté que los tomates se veían rojos y apetitosos. Sorprendido, me quedé
estático esperando que un pájaro o cualquier otra cosa los arruinara. Cuando
nada pasó, me agaché a coger uno que fue inmediatamente reemplazado por otro.
Algo raro estaba sucediendo.
Había una gota de rocío en
una de las hojas que me pareció peculiar. Me acerqué para verla bien y pude
ver mi propia imagen reflejada en la hoja. Algo curioso. La figura era una
versión más joven de mí mismo. El yo de la hoja comenzó a hablarle al yo del jardín. Ahora sí supe que había muerto o algo
parecido.
La imagen me relató una
historia acerca de mí que me hizo sentido. La creación es un proceso complicado.
En cada vida creamos aquello que es perfecto para nuestro crecimiento. Quizá
no siempre nos haga sentido, pero hay que ver el panorama completo. En mi caso
estaba cautivado por la simple miseria. Le di todo mi enfoque y, por supuesto,
se multiplicó. Un final sencillo para una vida complicada. Imagina si me
hubiera enfocado en alguna otra cosa. Ahora sé que puedo crear lo que quiera.
No estoy a merced de nada más que de mí mismo. Ninguna rareza que solo una
versión de mí pudiera decirme esto.
La miseria es algo que no
voy duplicar otra vez. Cuando tenga la oportunidad me enfocaré en otra cosa.
Quizá en otro jardín. Un jardín fructífero esta vez.
Tengo esperanza de que leas
esto en medio de la miseria. Quizá pueda ayudar.
Yo
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