Querido amigo,
Oigo voces muy cerca. Me
confunde que el volumen sea tan alto y sin embargo no pueda descifrar lo que
dicen. El ambiente que me rodea es básico y desabrido. Parece más bien una
celda de prisión, pero no hay rejas. Escribo esta nota esperando que alguien
la encuentre. La duración de mi estadía aquí se me escapa. No tengo memorias de
mí antes del encarcelamiento. Por supuesto, no sé qué me aguarda en el futuro.
Solo existe el ahora y yo soy un jugador involuntario.
Me pregunto en las noches
si mis rasguños en la pared sobrevivirán. Mira, escribo mi carta en una pared
de piedra. Leí en algún lugar (no estoy seguro ni cuándo ni cómo) que se han
encontrado escrituras ancestrales y que estos mensajes dejados por culturas
extintas han subsistido miles de años.
En el espacio vacío, cuando
pienso mucho, miles imágenes llenan mi mente. ¿Quiénes son mis raptores? ¿Por
qué estoy aquí? ¿Por qué no tengo hambre?
La cama en la que descanso
está cubierta de sábanas blancas. Las paredes son blancas, el piso es blanco,
hasta los marcos de las puertas son blancos. He estudiado cada grieta de este
cuarto y no he podido encontrar ninguna pista.
Soy incapaz de recordar con
exactitud quién soy. Las voces se deslizan a centímetros de mis oídos dejándome
muy frustrado. Hay esperanzas de que pueda escuchar lo que dicen. Quizá puedan
levantar este velo de ignorancia.
Shhh Shhh h h h … Se están acercando … Se me
ocurre que estoy loco. Las voces hablan de consciencia y perdón. Seguramente
estoy loco. Este lugar debe ser un asilo. Las voces se vuelven cada vez más
audibles y pareciera que uno es hombre y la otra mujer. La mujer habla de forma
entrecortada acerca de la familia y de mi incapacidad de aceptar algo. Sí, de
hecho estoy loco. El hombre trata de llamar mi atención con una letanía de
incidentes que presumo deberían significar algo para mí. La habitación continúa
blanca… Sí, estoy loco.
Quizá mi futuro esté
contenido en este recinto. En soledad con mis pensamientos continúo
escribiendo. No aceptaré las cosas sin sentido que ellos están diciendo. No
puede ser cierto.
No estoy muerto.
Seguramente tiene que haber algún error. Loco, sí. Muerto, no. Podría recuperar
mi salud mental. La última vez que supe algo sobre la muerte fue que era
terminal. Ridículo.
Las voces persisten. Quizá
fui capturado por extraterrestres y me están lavando el cerebro. ¡Eso es! Hace
sentido. No estoy muerto. Me están mintiendo. Seré fuerte y prevaleceré, no me
destruirán.
El presente se extiende y
las voces continúan. No veo más hacia el futuro. Todo lo que tengo es el ahora.
Después de este proceso mental veo que el piso empieza a cambiar de color a un
azul claro. Las voces hablan de aceptación y de mi habilidad para tenerla (la
muerte) en mis propios términos. Desearía que dejaran de hablar de ella. No me
siento muerto. De hecho, me siento de lo mejor.
Una parte de mí
quisiera renunciar, mas la otra pelea contra la idea de mi final. Sin embargo,
se me ocurre que si estuviera muerto no estaría experimentando este entorno en
mí comprensión de la muerte. No estaría escribiendo en esta pared de piedra.
Las paredes blancas empiezan a seguir un patrón. Me volteo con frenesí hacia
la puerta esperando que me suelten. Inesperadamente, la puerta se abre con
facilidad. De repente reconozco quiénes son. Son mis padres. Yo pensé que
estaban muertos. Me abrazan amorosamente y me doy cuenta de que eran sus voces
las que escuchaba por tanto tiempo. Sí, estoy muerto. Pero, ¿sabes lo que la
muerte es? una transición para una vida nueva. Espero que alguien lea esto
antes de morir. Si te encuentras en un cuarto blanco recuerda oír
cuidadosamente las voces. Probablemente sean de alguien que conozcas.
Yo

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