Querido
amigo,
Tengo algo que decirte.
Mientras reúno los pensamientos acerca de mí mismo, tengo la urgencia de
ponerlos en algún tipo de orden razonable. El orden es crítico, ya que los
pensamientos en cierto patrón crearán exactamente lo que necesitas saber. Otra
vez tengo algo que decirte. Acércate y escucha.
Cuando caminé la dimensión
terrena hace mucho tiempo, mi ego solo me permitió dar crédito a las cosas
tangibles. Es decir, mi sistema de creencias solo incluía aquello que se podía
tocar en el plano físico. La vida estaba en el momento y cuando éste se iba,
yo también. No tengo memoria de cómo llegue a esta conclusión. Simplemente era
y punto. Consecuentemente, mientras envejecía, el temor comenzó a crecer cual
semillero dentro de mi alma. Solo había alimentado mi parte física ya que creía
que no había nada después de la muerte. Entonces, por qué molestarme. Sobre la
edad de ocho puntos y cuatro me di cuenta de que la vida, a la que me había
aferrado desesperadamente, estaba a punto de terminar. El temor a la
aniquilación inminente me paralizó en mis últimos momentos. Me apretaba tal
nudo en la garganta que me era imposible hablar con alguien al respecto.
La idea de que mi
existencia fuera tan insignificante y que simplemente se acabaría arropó todo a
mí alrededor. ¿Cómo me sentiré en el momento final? Todos mis pensamientos y
sentimientos se esfumarían del mundo físico en un breve instante. El mundo
continuaría sin mí. Quizás un breve momento de recordatorio y luego continuará
en su misma forma laberíntica. La única cosa que quedará de mí será unos huesos
decadentes y una piedra fría como señal. Escalofriante.
No había nadie con quien hablar en esos momentos finales. Me la
pasaba acostado en mi cama, preparado para recibir con coraje la muerte. Sin
embargo, el coraje me dejó en mi último día. Llorando sobre mi almohada dejé
que el miedo me invadiera de manera tan pesada que perdí el sentido de mí
mismo. El momento se extendió por una breve eternidad. No había nada, solo
oscuridad y una hueca sensación de soledad que nunca me esperé. Muy triste
haber terminado y estar muerto.
El fin y la muerte duraron
hasta que levanté mi cabeza del miedo y la desesperación. Ese levantar me
pareció tan fácil que luego me avergonzó mi falta de energía. Vi alrededor
caras familiares, todas sonriendo porque me permití llegar.
Me supongo que habré estado
allí todo el tiempo y estaban esperando que permitiera que mis pensamientos
crearan otra vez. Entonces puedes ver que la muerte es tan fácil como tú
quieras que sea. El mismo principio del pensamiento creando la realidad existe
aquí también. De hecho, es mucho más poderoso. Al mantenerme de manera sumisa
alrededor de aquellos que me amaban, me di cuenta del proceso creativo en mi
vida del más allá. Entonces, te das cuenta de la importancia de lo que tengo
que decirte.
No dejes que el miedo a la
nada te abrace ya que, si lo permites, es exactamente lo que vas a tener
después de la muerte… nada.
Puedes empezar en cualquier
momento a formular aquello que quisieras tener. Todo está en ti. Puedes crear
cualquier cosa que quieras.
Sí, esto era lo que quería
decirte. Debo regresar ahora a mi vida en el más allá. Hay mucho por hacer.
Yo
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