Cuánto tiempo esperé por un
momento como este. Soy Sarah. Soy estadounidense. Por favor, escucha. El día de
mi muerte parece tan cerca como un suspiro; sin embargo, sé que el tiempo ha
sido mayor. Me caí del vagón de una carreta durante una carrera por la
adjudicación de las tierras en el territorio de Oklahoma, en el año de Nuestro
Señor 1867. Por favor, diles a aquellos que dejé atrás que los extraño. Ellos
son los Bradleys. Mi padre era de apellido Blacksmith. Sé que él ya no vive,
pero no me he reunido con él. Él tiene asuntos en los que trabajar. La Biblia
de mi madre está enterrada en su tumba. Las historias allí contadas son un
alivio, mas de ninguna manera son lo que es el cielo en la vida del más allá.
Pudiera ir a otro lugar,
mas no deseo hacerlo. Entonces espero. Esta carta para ti es más importante.
Debes saber que no hay infierno ni diablo ni fuego ni azufre. Mis padres
estaban equivocados. Un alma limpia es un alma informada. Éste es mi propósito.
Me caí del vagón como una
niña bautizada por Dios. Estoy aquí como una niña que ha crecido en los cielos.
Dios está a mi alcance. Dios siempre ha estado conmigo, no en una iglesia ni en
un libro de historia. Diles a los demás que estoy feliz. Diles a los demás que
vivan de acuerdo con los susurros que escuchan en las noches silenciosas.
Diles a los otros que una caída de una carreta es una caída sin dolor que te
lleva directamente a los brazos de ti mismo, Dios.
Sarah Bradley, 1867
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