Querido amigo,
He tratado de comunicar mis
pensamientos en tantas ocasiones. La frustración de no poder alcanzarlo me
había desanimado. Imagina el agradecimiento que siento al presentarse esta
oportunidad. Cuando niños nos enseñaron que la muerte era una ascensión a Dios.
De hecho, lo es. Sin embargo, la ascensión es de naturaleza vibratoria. De ahí
la falta de habilidad para poder hablarte como quisiera.
Al saber que el contacto
debía provenir de mí mismo he tratado de conseguir, sin descanso, a alguien
que pudiera ajustar sus vibraciones conmigo para poder entendernos. Aquí estamos
unidos como uno solo, por lo que entonces puedo hablar.
Hubo muchas bien llamadas
aventuras adjuntas a esta carta. Comenzó con mi final, por así decirlo. La
muerte no es lo que tú crees. No es para nada como nos enseñaron. Todas esas
historias fueron diseñadas para dar una apariencia unificada y que no
tuviéramos miedo. Las puertas del cielo con san Pedro como residente y el
anfitrión de otros mitos propagados por la variedad de religiones de nuestra
especie. Todas ellas muy amplias, muy generalizadas, muy fáciles.
La muerte es un comienzo y
ese comienzo es muy individualizado. Otra vez somos los maestros de la muerte
al igual que somos los maestros de nuestras vidas. Nada cambia. Yo pudiera
detallar mis experiencias, pero ellas no serían verdad para ti porque tú eres
el único que tienes la habilidad de crear tu transición. Esa es tu aventura.
Con este conocimiento sería
prudente que reflexionaras en tu percepción sobre la muerte y la ascensión a un
nuevo estatus vibratorio. Una cosa cierta es que la muerte es personal y es lo
que tú hagas de ella al igual que la vida física.
Piensa en esto un rato,
Yo
P. D. Nosotros debemos
mantener nuestro nivel de vibración por lo que una medida de tiempo es limitada
para permitirnos hablar. Ahora que hemos encontrado el ojo de la cerradura,
nosotros, la llave, volveremos por más interacciones.
Appolonius, Sri Kante, Bintu, Verislaus, Phillippe y
Calrin.
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