lunes, 27 de enero de 2020

Isaac: Era Navidad



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Querido amigo,


Era Navidad. Tiempo para la familia. Tiempo para dar, tiempo para comienzos y finales. Para mí fue un tiempo para ambas cosas. En aquel momento, sin embargo, parecía que lo que tenía era solo el final. Desesperadamente me aferré a él y había una lucecita de esperanza dentro de mí que pensó que si yo no soltaba, el final se disolvería.

Nunca pensé por mucho tiempo en el final. Siempre estaba fuera de mi alcance, en la distancia. Algo que le pasaba a los demás, pero nunca se acercaba a mí. Mandaba mis condolen­cias a aquellos que se iban quedando atrás. Los gestos apropia­dos seguidos por las costumbres apropiadas. El final llegaba solo para ellos, no para mí.

Imagina mi sorpresa cuando me llegó. No podía compren­der lo que me estaba sucediendo. Fue un accidente que ocurrió cuando conducía para ir de compras navideñas. Había termi­nado todo, pero me faltaban las tarjetas de navidad. Estaban en casa esperando ser escritas. Solo unas cosas más y habría terminado.

El rugido que precedió el golpe fue ensordecedor. Mi au­dición fue el único sentido que no me falló. Los vidrios rotos, el frenazo de los cauchos, mi propia respiración. Los percibí todos. No vi nada, no sentí nada, nada. Lo escuché todo. Luego había un silencio, uno muy puro.

Se me ocurrió que podría haberme desmayado. Nunca antes me había sucedido, pero uno nunca sabe. Traté de abrir mis ojos y no pude. Simplemente ya no funcionaban más. Este era el final. No estaba listo, me rehusé a irme. Parecía una pelea en su contra para tratar de sobreponerme. Me rehusé. Intentaba pensar cómo salirme de la situación en la que estaba, pero continuaba resbalándome hacia el final. No era que tenía miedo, simplemente estaba bravo, molesto, porque me iba a perder las navidades y muy bravo porque no iba a mandar las tarjetas de navidad este año.


Cuando el final estaba a punto de caer sobre mí, de repente me encontré en una habitación. No hubo ninguna explicación de lo que estaba ocurriendo, simplemente sucedió. En el cuarto encontré mis tarjetas navideñas ordenadas sobre una mesa. El final no ganaría hasta que yo las escribiera. Una débil victoria, pero me envolví en el poder de ésta y comencé a escribir. El final esperó pacientemente. Me tomé mi tiempo. Escribí todas las cosas que siempre había querido decirles a todos. Escribí cada carta con delicadeza. Si no podía ganarle al final, al me­nos vendría en mis propios términos.

Cuando sellé el último sobre me volteé hacia el final y ca­miné hacia él. Creí que era tiempo de ser valiente y aceptarlo. Mi único remordimiento era que nadie leería mis tarjetas de navidad. Me daría un gran bienestar saber que todos mis fami­liares y amigos pudieran tener mis últimas palabras.

Cerrando mis ojos acepté mi destino. Nada sucedió. No había ningún terrible fallecer. Ningún sufrimiento ni dientes crujiendo. De repente sentí mi cuerpo, un poco diferente, pero lo sentí casi igual. Había una pequeña partícula en la distancia que se estaba convirtiendo en nuevo horizonte. Un comienzo. Una voz interior me reveló que este era mi nuevo comienzo.


Cada comienzo está precedido por un final. Este era sólo uno en la larga cadena de evolución. Moviéndome ahora con nueva soltura y desenfado, estaba orgulloso de mí mismo. Me volteé atrás a mirar el final y vi algo extraordinario. Todas mis cartas fueron enviadas. Y en esa entrega, todos los que las reci­bieron también tuvieron un nuevo comienzo. Muy agradable.


Isaac




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     Isaac estuvo en coma por varios meses después de un fatal accidente automovilístico que ocurrió antes de la Navidad. Murió el 5 de abril de 1996. Cuando fueron a limpiar su apartamento no encontraron sus tarjetas. Sin embargo, veinticinco de sus familiares y amigos las recibieron de su parte en junio de aquel año. Todos pensaron que tardaron mucho tiempo en llegarles. Cada uno de ellos obtuvo consuelo en sus notas sin parecerles raro recibirlas. Simplemente pen­saron que la oficina postal era defectuosa. Ninguno de ellos se percató de la ausencia de estampillas en los sobres.

    [Este pie de página se recibió como parte de la carta]





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