domingo, 26 de enero de 2020

Darryl Julio 5, 1917


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Querido amigo,


Mi gran esperanza es que esta nota encuentre su camino hacia ti. He viajado muy lejos desde nuestra última conversación. El deseo de escribirte llena mi alma y se desborda sobre este pergamino como expresión viva de mi devoción. Me embarqué en este viaje final con gran preocupación sin siquiera una despedida. Quizás los cielos tengan misericordia y permitan que esta nota pueda facilitar el peso de lo que estoy a punto de decirte.


Hace unas semanas me encontraba en un tren hacia Bruselas. La unidad a la que fui asignada tenía que reportarse para recibir instrucciones. De cualquier modo el viaje fue interrumpido por una detonación que impidió que el ferrocarril llegara a la estación. El momento preciso todavía suena en mis oídos y el choque rápido del vagón estará por siempre arraigado en mi memoria. Cuerpos y maletas se mezclaron juntos en una explosión gigante de energía. Yo no puedo recordar si el dolor me dejó inconsciente o si la pura sorpresa de ser lanzada detuvo mi corazón en seco. El impacto final contra la pared de acero no lo sentí, eso sí lo puedo asegurar. Por un breve momento miré a mi alrededor aquella muestra de carnicería humana.


Bajo circunstancias normales me hubiera enfermado pero, por el contrario, me encontré a mí misma examinando la escena sin el más mínimo temblor. Mi pobre cuerpo estaba en ruinas. Increíble cuán frágil era, de diseño tan delicado. Di un paso a través de la puerta del carro y encontré que yo era la única viva. No había ni un solo susurro de vida, solo restos humeantes de acero torcido. Viendo hacia arriba pude ver el sol brillando como si fuera un reflejo de los lados mutilados del tren. Era realmente hermoso. Una obra maestra de arte. Parecía un espectáculo de luces cuando algunos de los ferrocarriles empezaron a implosionar sobre sí mismos. En ese momento decidí escribirte para que no fueras a preocuparte. Yo estoy muy bien. Diferente, pero bien.


Como el tren se prendió en fuego me inquieta que mi carta se destruya si la dejo con mi cuerpo. Entonces caminé todo el día hasta el próximo pueblo para poder enviártela enseguida por correo. Como puedes ver los deseos pueden crear milagros.


El sol está poniente y debo continuar mi viaje. No estoy segura de mi destino final, pero estoy yendo de igual manera. Quiero que sepas que estoy pensando en ti. El pensamiento continúa, mas el cuerpo no. Guarda esta carta como recordatorio de las maravillas del deseo.


Con todo mi amor,


Darryl






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Nota recibida junto con la carta:


Darryl murió el 5 de julio de 1917. Su amigo recibió esta carta a través del correo el 11 de julio, a 10 millas del lugar donde se originó el choque de trenes.





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