Querido amigo,
El camino al cielo es un
camino misterioso. En mi tiempo de vida pasé infinitas horas enclaustrado en
las escrituras y portándome con propiedad como buen apóstol de Dios. Instruido
por la religión que escogí, me fui guiando a través de varios espirales de
espiritualidad. Después de mi muerte encontré que toda mi preparación había
sido en vano. Los entretelones del cielo de algún modo me eludieron. ¿Dónde
estaban las puertas perladas? ¿Dónde estaba san Pedro con su lista de elegidos?
Mi primera impresión del más allá fue un completo desorden. Con gran recelo por
mi destino me encontré rodeado por las réplicas barbáricas de mis vidas
pasadas. Sin recordar ciertos objetos inmediatamente comencé a protestar. Luego
de hacer retrospección, el desorden comenzó a tomar forma al igual que los
eventos de vidas pasadas.
Con más lucidez en mi
estado de vida posterior, comencé a explorar. Las paredes eran sobrias mientras
las percibía así. Cuando imaginé diferentes entornos, se materializaron delante
de mí. Me tomó algo acostumbrarme a esto. La gratificación inmediata del
pensamiento es algo que todos hemos olvidado en el plano físico.
Obviamente, fui criado
varias veces como cristiano. Arrogante en las enseñanzas, siempre imaginé el
camino de Jesús como el único camino. Era el camino de Dios, o así pensaba.
Ahora, en mi continuo viaje al cielo en el plano espiritual he encontrado
muchos viajeros con la misma meta. De manera curiosa, no todos se presentan de
la misma manera.
Sé que hay un cielo y ahora me veo en el camino. Entonces así es.
¿Ves? La muerte no garantiza un lugar en los cielos. El viaje sigue con una
agenda diferente. Yo continúo como tú lo harás a su debido tiempo. Quizás
debería esperar por ti para unir mi perspectiva con la tuya. Me dicen que las
realidades conjuntas son más poderosas. Lo pensaré mientras espero.
El camino al cielo nos
espera a todos.
Stanley
J. Patterson, 1888
No hay comentarios:
Publicar un comentario