Querido amigo,
¡Por fin una ventana! La
esperanza fue todo lo que me quedó después de la partida. Siempre listo para
la aventura, esta vez el miedo a lo que de verdad es desconocido se apoderó de
mí. No pude traer nada que me reconfortara. Todo lo que me daba tranquilidad se
manifestaba en el plano físico. Entonces la esperanza se vino conmigo. El
pánico inicial de la pérdida de lo físico fue insoportable. Estaba tan
entrelazado con el cuerpo que había olvidado cualquier otro tipo de existencia.
Quería abrir mis ojos, pero
me di cuenta de la estupidez en ello. Ya no tenía ojos. Me afiné por un momento
para tratar de escuchar cualquier sonido, pero igual, no tenía oídos. Traté de
llamar en alto, pero otra vez, no tenía boca. En mi dificultad para adaptarme
me quedé pegado a la esperanza aún más que cuando vivía. Sin ella seguramente
habría perecido. Luego me llegó la consciencia de mis sentidos espirituales.
Fue más fácil suponer que todavía tenía cuerpo, entonces lo creé. Fue muy
cómodo sobreponer mis propias expectativas a mi entorno. Me dio tiempo para
ajustarme.
La existencia espiritual es
más antigua que la física y, por lo tanto, con más fineza para la conversión.
Cada pensamiento, un brote primaveral y logro consumado. Tener solo cinco
sentidos parece simple y primitivo. La esperanza ha florecido dentro de mí y
las posibilidades son ilimitadas. Escribo para que los otros puedan tomar este
conocimiento con ellos. Quizá la esperanza nos lleve a más iluminación.
Me he expandido completamente y la posibilidad de regreso a lo
físico me hace sentir insatisfecho. Cuán tonto temerle. Me beneficiaría de
conocimientos como este, pero entonces mi relación con la esperanza se
opacaría. Todo es como debería ser. Estoy muy agradecido por este momento. Es
una co-creación necesaria para conectar ambos lugares.
La ventana comienza a
cerrarse mientras me abro a más posibilidades. La expansión es una maravilla y
un don.
Te damos nuestra despedida,
Samuel Peterson
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