Querido amigo,
Los momentos del último día
están llenos de temor. Como en todos los dramas, en algún momento bajará el
telón. El diálogo final, siempre sin practicar, nos deja a menudo insatisfechos.
Recuerdo tener expectativas mezcladas con pesar. Disfruté mucho de la existencia
física. Esta vida en particular muy llena de afectos del alma. No a menudo
había encarnado con tantos. Entonces, en aquellos momentos las despedidas
finales fueron abundantes. Pasarán varias vidas antes de que podamos reunirnos
otra vez. La tristeza era casi insoportable. Sin embargo, el aliento final no
fue tan doloroso como lo había proyectado. Fue como aguantar la respiración y
darme cuenta de que no iba a ser necesaria otra. Si tuve un pequeño momento de
pánico, mas no fue largo. Pensé en abrir mis ojos, pero me percaté de que no
había necesidad. Ahora, en un momento de reflexión, encuentro este espacio.
Este espacio esperando mi mano.
Al principio fui tímido y
cuidé de no salirme de la fila. Muy sorprendido encuentro que hay otras
densidades de vida que también desean una voz. Entonces, esperé otra
oportunidad y llegó. Mi mensaje muy simple: «estoy aquí». Ocupo
el mismo espacio solo que con menos densidad al igual que tú lo harás.
Eso es todo. Doy un paso al
lado para dar a otros un momento. No necesito mandar «momentos» para
aquellos todavía en vida. No les servirán.
Daniel
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