Mi pequeño,
Esta oportunidad se
presenta de manera extraña en mi actual existencia. Jamás me esperé el chance
de tener voz física y ciertamente no de esta manera. Los que me recibieron
entendieron mi dolor y me contaron acerca de las formas de poder separarme de
la negatividad.
Otra vez, esa es una
historia complicada que es mejor dejarla así por ahora. Este momento es para
comunicar mi amor por ti y tratar de explicar mis acciones. Por favor, continúa
leyendo porque mi voz está en silencio. Solo tus ojos pueden escuchar mis
confesiones. Quizá la palabra confesión suena un poco dramático, pero contar me
ayudará a limpiar mi corazón de resentimiento. Esta limpieza quizá nos dé a las
dos la oportunidad de aceptar lo que sucedió y seguir con nuestras vidas en el
perdón.
El tiempo que pasamos en el
plano físico fue hermoso. Tus ojos me cautivaron desde el momento que naciste.
Sentí como si te sumergieras completamente en mi alma. Esos ojos eran de un
alma vieja. Hay leyendas de almas viejas en nuestra cultura. Se dice que han
vivido muchas vidas y traen a su vida presente una sabiduría que rebasa la de
las almas normales, como yo.
Eras especial. ¡Oh… tan
especial! Y yo era tu madre. Tú mamá. Nunca había cargado algo tan precioso en
mi vida. Me llenó de orgullo. Mi meta fue la de ser todo para ti. Reconocí el
obsequio y me preparé a criarte para que fueras el sabio que estabas
predestinado ser.
El tiempo transcurrió y había muchos «primeros». Tu
primer diente, tu primer paso, tu primera palabra. Tantos que cada momento
parecía un primer algo.
Floreciste. Fue
profundamente satisfactorio verte crecer. El olor de tu pelo me quitaba el
aliento. Tu risa me hizo sentir como si tuviera el mundo entero a mis pies.
Ahora solo puedo recordar el instante cuando todo empezó a ir mal. Mis dudas me
invadieron, como un ladrón, para robarnos nuestros días soleados. Las preguntas
surgían hacia la superficie de mi conciencia, me nublaban el juicio y me
hacían sentir como si yo no tuviera ningún valor. ¿Ves? Eras muy especial y yo
no. Escribir acerca de esto me da claridad. En aquel tiempo estaba desorientada
y atemorizada. Empecé a tomar alcohol para «encontrar a Dios».
Mucho egoísmo, si lo vemos en retrospectiva. Sin embargo, todos somos
responsables de nuestras acciones y tomo plena responsabilidad por tan pobres
decisiones.
En la noche que sucedió
estabas durmiendo muy tranquilo. Lloré a la luz de la luna admirando tu
inocencia. Mi culpa con respecto a mi falta de valor crecía y crecía hasta que
la habitación desapareció, de repente, de mi vista. Quién sabe de dónde saqué
la pistola. Protección fue la excusa que usé. Poco sabía que el enemigo mayor
se escondía en mis propios miedos ficticios. Mirando hacia atrás no recuerdo
haber tirado del gatillo. Simplemente pasó al estilo Nickelodeon: una
escena después de la otra. Escuché tu pequeña alcancía de cochinito partirse
con la bala. Ni siquiera pude eliminarme con precisión.
Mientras mi visión se
nublaba pude ver esos hermosos ojos tuyos comenzar a temblar desde adentro. Mi
último pensamiento fue el darme cuenta de que ibas a culparte por lo sucedido.
Claro que para entonces era ya muy tarde.
Ahora te escribo desde otro lugar. He conquistado los miedos que
distorsionaron mi camino en la vida que compartí contigo. Mis amigos aquí me
han ayudado a recuperar mi propio valor. Estoy completa. Esta oportunidad de
escribirte es una bendición. Por favor, toma mi amor contigo de esta vida a la
próxima. No te culpes por mis miedos. No tenían nada que ver contigo. Con
fuerza mira al temor a los ojos. No dejes que te persiga y te lleve a un rincón
oscuro. En cambio, recuerda mi amor.
Tendremos más días
soleados.
Yo (mamá)
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