Querido amigo,
Te escribo para que no te
preocupes. Cada momento que te atormenta me alcanza como una ola del mar.
Supongo que es la mejor manera de describirlo. La descripción de donde estoy no
es el verdadero propósito de esta carta. Sin embargo, la oportunidad de poder
compartirlo contigo me emociona. Lo haré si puedo lograr seguir escribiendo.
Déjame hablar de tu
preocupación, o mejor debería decir culpa. Mi paso de un lugar a otro fue algo
dentro de mi propio plan. Nada que tú hayas hecho precipitó mi decisión.
Recuerda esa frase: «mi decisión». La existencia es un plan que
creamos nosotros mismos en todas las formas de vida. Simplemente, decidí
cambiar. Sé que te culpas a ti mismo por mi situación. Sí. Estabas envuelto en
el drama como actor, pero recuerda que en última instancia yo era el director.
El plan era que pudiéramos aprovechar las circunstancias para comprender y
ahondar en nuestra relación. El objetivo no era lanzarte en un espiral de pena
y culpa.
El dolor físico es ahora
apenas una tenue memoria para mí. Claro que en aquellos últimos momentos fue
difícil, pero el dolor era para tratar de darnos claridad. Sé que suena extraño,
pero en mi posición la claridad sobrevive y me es útil. Por favor, quiero que
sepas que la lección aprendida fue sobre apreciación. El apreciarnos
mutuamente. Ciertamente no una lección sobre culpa. Tengo esperanza de que esta
nota permita que te des cuenta de que la culpa solo nubla el propósito real.
Tu presencia en mi partida
fue un indicador de que finalmente lo viste. No permitas que nada lo
desacredite.
Tener la oportunidad de poder relatarte esta anécdota es toda una
alegría. Estoy bien. Diferente, pero más completa que como nosotros lo
entenderíamos. Vive tu vida con esta lección positiva. Yo estaré esperándote.
La ventana se está cerrando…
Daphne
No hay comentarios:
Publicar un comentario