Se requiere mucho más energía para nacer que para morir, pero olvidamos el esfuerzo a medida que vamos viviendo nuestros dramas. Nacer es en realidad un proyecto mucho más riguroso. En la concepción existe la ambigüedad del futuro forjado de deseos e infortunios. Todavía están todas las decisiones por tomar y cada una de ellas parece una extenuante pregunta. En la muerte ya se cometieron todos los errores. La conquista final es la revisión.
Aunque doloroso, este recuento no es una represalia sino más bien una lección para hacerlo mejor la próxima vez. En verdad sí: la muerte es mucho más fácil que el nacimiento. Nosotros lo sabemos porque lo hemos hecho muchas veces. Para aquellos de ustedes, cegados por el mundo físico, nosotros ofrecemos estas observaciones con la esperanza que te ahorres el miedo a la muerte.
También nos damos cuenta de que nuestro resumen compasivo pueda parecerte parcializado; sin embargo, es veraz. La muerte es simplemente el final de los dramas actuados, esperanzados en el desarrollo. Es un proceso recurrente, no te desesperes.
Héctor
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