La última visión clara que
tuve con mis ojos físicos me acecha en cada movimiento. Esto no fue, en
esencia, ni puertas perladas ni ángeles con halos dorados. No fue san Pedro con
el libro de nombres de aquellos aceptados en las puertas del cielo. No hubo
una reunión con aquellos que conocí esperándome a mi llegada al paraíso.
La última visión clara no
fue ninguna de estas cosas, si acaso podría revelarte muchas otras. La imagen
de mí misma, la única que conocí, veía hacia atrás mi visión desvanecida. Era
aquella que había vivido tantas veces y estaba aburrida de hacerlo una vez más,
aunque pensé que sabía cómo me veía. Pensé que lo sabía muy bien, mas parece
que estaba equivocada. Había muchas capas unidas a las experiencias de otros
que eran parte de mí. El conocimiento retenido para ser redimido a través de la
experiencia y el recuerdo. Muy mal que la información no se traduzca. Muy mal
que tenga que esperar hasta la próxima vez.
La última visión de mí me
acecha, y ¡cuánto! Yo era mucho más de lo que pensé. Mi vida, más significativa para
el todo de lo que jamás imaginé. Mi vida ordinaria, una intrincada parte para
el esquema completo de las cosas. Muy mal que no entendí mi valor. Muy mal que
mi última visión fue aquella de una extraña.
Mi deseo para ti,
mi justo lector: mírate a ti mismo antes de la transición. Mira profundo en tus
ojos, ellos son las ventanas de la verdad. Espero una nueva ronda; quizás podríamos
comenzar juntos. Recuerda quién eres. Mira profundo y recuerda.
Elizabeth
No hay comentarios:
Publicar un comentario