Querido amigo,
He alcanzado una meta en mi
vida. Un momento definido por tejidos enfermos y la ausencia de respiración. En
realidad, un estatus no muy envidiado por mis semejantes, pero inevitable al
mismo tiempo. La edad de ochenta años, una meta menor. Una que se logra fácil
con el mantenimiento y la guía adecuada del cuerpo. El verdadero logro está en
los instantes inmediatamente después del último aliento. Una verdadera prueba
al carácter para aquellos preocupados por cosas como ésta.
Uno podría declarar que los
momentos precedentes son los de mayor apogeo. Sin embargo, puedo atestiguar que
esto no es del todo cierto. La muerte, en su mejor expresión, dura a lo máximo
unos pocos segundos. El ir reduciendo tus capacidades es un proceso lento, pero
el final es abrupto y usualmente indoloro. Cualquier blandengue puede superar
la muerte. Es lo que le sigue lo que determina la habilidad propia de ser
notado.
Hay un conocimiento preciso que hace su aparición después de la
última exhalación. Un detallado diario de todas las transgresiones y logros.
La habilidad de soportar tus propias acciones pone a prueba la integridad y el
carácter del individuo. Esta contemplación observa la esencia con ojos muy
abiertos. La supervivencia depende de la habilidad de la esencia para abrazar
sus faltas. Este momento de perdón personal puede llevar al alma a una
evolución extraordinaria. Estoy seguro, querido lector, de que en nuestro
estado físico definimos supervivencia con parámetros físicos. No fue nuestra
intención que creas que el fin del alma se adhiere al momento justo después de
la muerte. Solo estamos transcribiendo nuestras experiencias para tu propia
reflexión.
Todas las almas
experimentan la muerte. Es un momento incondicional detallado por uno, mas
vivido por todos. Prepárate para un intenso escrutinio realizado por ti mismo.
Serás tu peor crítico y juez. Tú decidirás el veredicto. Recibe y abraza tu
revisión y perdónate. En ese instante entraras al cielo y te convertirás en un
ser completo.
Hay una suave queja en los rincones
más oscuros de tu alma. Te susurra acerca de engaño y permite que pongas esta
nota de lado. Una mirada de frente a ti mismo en el rostro, después de la
pérdida del cuerpo físico, puede ser devastadora. Esta pequeña voz te invita a
la negación y la desaparición final de tu alma. Te suplicamos que te pares con
firmeza. No tenemos nada qué ganar con esta comunicación. Es un regalo. Tómalo
contigo. Después de tu última respiración, recuerda este momento. Te será útil
y reconfortante.
Stuart
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