Querido
amigo,
Mis últimas horas las pasé
reflexionando acerca de una vida que amé. Cada momento una nueva idea que casi
siempre me llevaba a una nueva aventura. Quería desesperadamente tomar todo
conmigo. Las creaciones fueron tan exquisitas que no abrigo ninguna esperanza
de poder lograrlas otra vez. Entonces me encontré disgustada con mi muerte. La
vida era tan grandiosa que cualquier cosa que viniera después sería pálida en
comparación. Me encontré maldiciendo mi destino. Si tan solo pudiera
experimentar unos momentos más. Tan solo sentir unos pocos matices. Sintiéndome
burlada, mis ojos se cerraron y, en resignación, tomé mi última respiración.
El silencio y la oscuridad
que me recibieron me relataban algo, pero todavía no entendía. Esforzándome por
ver, oír o sentir alguna cosa caí en onda desesperación. El vacío me rodeó
hasta que sentí la verdadera implosión de la no-existencia. Llorando otra vez
maldije las fuerzas externas que me trajeron hasta esto y me arrancaron de toda
la creación que amaba. Me sentí bajando en espiral hasta que el único sonido
que podía escuchar era mi llanto y mis quejas por la injusticia de todo. ¿Por
qué teníamos que morir?
Torturada por tanto pesar de repente me di cuenta de que todavía
podía llorar. Mi llanto hacía eco a pesar de saber que mi cuerpo físico no
podía continuar funcionando, ¿cómo podía ser posible? El silencio y la
oscuridad perseveraron, pero qué importa si yo ya no existía. ¿Qué es lo que
define mi existencia? Mis reacciones eran pruebas suficientes para mí. Comencé
a pensar en mi vida pasada. Mientras lo hacía, imágenes empezaron a aparecer
delante de mí. Mis pensamientos, un tapiz tejido con mis propios patrones
individuales de pensamiento. Al sumar una memoria, la escena delante de mí se fortaleció
y se aclaró. Sin más nada que hacer procedí a llenar la oscuridad. Mis
melodías favoritas llenaron el silencio. El silencio y la oscuridad fueron
disminuyendo en mi presencia hasta que ya no existieron más. Comencé a ver con
claridad otros seres como yo dentro de sus propias creaciones. Al mezclar
nuestros pequeños universos se tornó en un collage de color, sonido, y belleza.
Mi habilidad de crear
sobrepasaba mis expectativas. Este lugar, mi universo, era más hermoso que
cualquier cosa que haya experimentado. Verdaderamente una nueva etapa de vida.
Diferente, pero igualmente emocionante. Y más importante aún: eterna. Para ser
capaz de estar aquí tuve que soltar el cuerpo físico. Nada es comparado a esto.
La muerte es necesaria para la evolución espiritual. No necesitamos los
cuerpos para existir. La muerte es un proceso en el tiempo por el cual nos
damos cuenta de nuestro propio potencial. Es oscuridad y silencio solo hasta
que nos rendimos y ofrecemos nuestra alma. No siento más pesar. Solo la
apreciación del proceso. Sé que hay algunos que se quedan apegados al cuerpo
físico incluso con más vehemencia que yo. Esta es la razón de mi carta, para
decirte que está bien. Déjalo ir.
Lo que te espera es
espectacular si tan solo permites que sea así.
Mathilde
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