Querido amigo,
En lo
hondo del turbio mar yace mi cuerpo preservado cual momia debajo de una tumba
de vidrio. Otros, a mí alrededor, están como en una cena para ocho. No se
necesita reservaciones, hay puesto para todos. Disculpa mi frivolidad ante tal
nefasta escena, además de que ya no estoy allí. Recuerdo aquel momento cuando
por última vez tomé aire y mi barco se hundió hasta lo más profundo. Como yo
era el capitán tenía que ir al fondo con mi dama. Igual, en los últimos
segundos se me escapó un clamor y lancé un lamento a los cielos.
El mar se precipitó
rápidamente. Pensé en sostener el aliento hasta que otra oportunidad de
respirar se presentara. No iba a suceder. Aquella fina ventana importada
directamente desde Francia se soltó en mis manos. Su peso empujó mi cuerpo empapado.
Me llevó hasta abajo, muy abajo hasta el fondo. El vidrio ofrecía una vista
perfecta de todo lo que bajaba hacia su muerte. Vi todo por mucho más tiempo de
lo que pude respirar, de eso estoy seguro. Ninguno sobrevivió en aquel barco de
la muerte; sin embargo, todas las almas siguieron con vida.
Al estar todos tan
familiarizados con el mar, debo decirte que fue difícil continuar adelante.
Entonces nos quedamos más tiempo del que debíamos. Permanecimos hasta que la
piel se nos salió de nuestros viejos huesos. El desarrollo de la vida debajo
del agua es en extremo fascinante para los amantes del mar.
Todos sabemos que es tiempo
de seguir adelante. Paramos de contar los momentos hace ya mucho. Entendemos
que hay un lugar adonde ir en el que podemos pedir una nueva vida marítima. Hay
aquí unas almas que vinieron para ver si estamos listos para partir.
Escribo esta nota antes de
irme. Espero que te llegue, quien quiera que seas. Es solo una observación, ¡mía,
claro! Simplemente pensé que alguien tenía que saber.
Nathaniel
No hay comentarios:
Publicar un comentario