He tenido dolor en mi pecho por tanto tiempo que su ausencia me
deja sola y vacía. Me di cuenta por primera vez de su partida cuando me levanté
anoche para ir al baño. Esto suele ser un tormento. Tan pronto mis pies se
posan en el suelo me embarga una incómoda sensación de dolor. Sorprendida ante
su ausencia me dirigí al baño. A pesar de las luces apagadas pude ver todo con
claridad. Mis ojos están todavía en forma; es el resto de mí lo que es un caos.
Sentí el frescor del piso de linóleo en mis pies. Fue una
sensación placentera y permanente que me sorprendió. Normalmente el dolor ante
las pequeñas cosas me ciega. Me deslicé de nuevo en mi cama sin dificultad.
Recuerdo reírme de mí misma pensando que todavía esta niña vieja daba la pelea.
Me arropé hasta el cuello esperando que el dolor regresara. No lo hizo. Su
ausencia mantuvo mis ojos abiertos hasta la salida del sol. Sentí como si
hubieran robado una parte de mí misma. Entonces me percaté de cuánto dolor ha
dominado mi existencia. Ahora ya se fue.
Sintiéndome un poco molesta intenté sentarme. Al hacer esto sentí
una suave sacudida que me alivió. Esta cama clínica deberían repararla. Llamé a
la enfermera repetidas veces ¿Dónde están? ¡¿No se dan cuenta de que soy una
mujer enferma y necesito ayuda?!
Moví mis piernas sobre un lado de la cama, ¿sin dolor? Me dirigí
lentamente hacia la puerta. ¿Sin dolor? Abrí la puerta y miré hacia el
corredor, ¿sin dolor? Quizá fuimos invadidos y yo era la última persona en el
planeta. Cuán ridícula idea. Cada quien imbuido en sus tareas. Nadie me miró,
¿qué extraño? Yo no he salido de esa cama en mucho tiempo. Debería ser toda una
rareza estar yo por ahí.
Pensé en poner un reclamo al hospital con respecto a la indiferencia
del personal. Todos veían como a través de mí, sin ponerme atención. Aquí voy,
una mujer muy enferma fuera de su cama por primera vez en meses y a nadie
parece importarle.
Muy molesta regresé lentamente a mi cuarto. La puerta abrió
fácilmente y quedé petrificada ante aquella imagen. Allí estaba yo, todavía en
la cama con los ojos cerrados, durmiendo. Podía escuchar el tic-tac de un reloj
en la distancia que contaba el tiempo que ahora era claramente irrelevante para
mí.
De repente lo entendí. Una nueva sensación de realidad descendió
sobre mí y me transformaba. Estoy ahora en un nuevo viaje hacia un nuevo lugar.
Solo quería que alguien supiera. Hay mucho más.
Adrienne
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