Querido amigo,
El fuego que arde dentro de
mí se ha convertido en una pequeña brasa apenas visible. Una humareda se
escapa de mí en el instante cuando me alejo suavemente de la materia. Lamento
haberme dilatado de más en este limbo de mi vida. Percibo que la transición
debería ser corta y rápida. De algún modo melodiosa en su acción. En estos
momentos me retiro hacia viejos patrones juzgando y forjando, no solo mi vida
sino también mi muerte. Si pudiera forzar una risa de este marchitado cuerpo lo
haría. Los últimos minutos que me sustentan se voltean frente a mí y ríen. Una
ocasión valiosa de notar si sobrevivo este ejercicio.
En retrospectiva, y para el
bien de mi alma, admito que fui muy serio. Un planteamiento más ligero y menos
arduo quizá me hubiera servido mejor. En vez de moverme hacia adelante en mi
camino, tropecé a menudo y caí muchas más. Muchas veces me pregunté cómo sería
este momento. El miedo siempre abrazándome al sumergirme hondamente en este
pensamiento. Apegado vigorosamente a mi cuerpo y a su personalidad, sentí con
certeza que la aniquilación era el único resultado posible. Estaba tan
equivocado.
Mi percepción de la existencia en su totalidad se hubiera alterado
de saber la verdad. Nos extendemos mucho más allá de lo físico. Inhalé mi
última respiración y exhalé con mis ojos abiertos. Tonto yo que creía que los
ojos físicos eran los únicos que veían. Al exhalar noto que un brillo me
rodea. ¿Están mis ojos abiertos o cerrados? No puedo saber. Miro hacia la luz y
me humillo ante la presencia de algo tan poderoso. Su belleza sobrepasa mi más
arriesgada imaginación. Busco guía para identificar esta presencia celeste:
¿quién es?, ¿quién es? ¿qué es?
Estas interrogantes tan
básicas se me escapan y me siento torpe en mis preguntas. La presencia me
envuelve y me doy cuenta de que soy yo. O debería decir: todo lo que soy. Me
vuelvo uno solo y siento paz. Al unificarme completamente ni siquiera siento la
necesidad de dar un último vistazo a lo que dejé atrás. Traigo conmigo todo lo
esencial de esa vida. Me muevo hacia adelante conmigo mismo. Encuentro que el
cielo es una reunión con el todo y éste toma su lugar entre las estrellas y
está en paz. También yo.
Jack
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