Querido amigo,
Cuán diferente sería
nuestra vida si tuviéramos la fortaleza de poner en acción todos nuestros
pensamientos. En vida sopesé las posibilidades de lo que podía hacer. Muy
diferente a lo que hice. ¿Me convirtió esto en un perdedor? ¿Será que debería
arrepentirme por mi falta de acción más que por algunas acciones? En mis
últimos momentos me pregunté si viví con plenitud. ¿Me perdí de algo? ¿Había
arrepentimiento en mi última respiración? Decidí que uno debe vivir con
carácter. No con alto contenido de drama, sino con convicción en aquello que
consideras importante. En la revisión de mi vida me vi una y otra vez
alejándome del flujo de energía que me hubiera permitido la transferencia a un
nuevo nivel de entendimiento. ¿Por qué? Por mi temor a las repercusiones. La
inhabilidad de ver más allá del momento inmediato hacia la inmensidad
incontable de momentos que me hubieran llevado a un estado de consciencia más
alto. Por esto mi carta ahora. Pensándolo bien, veo el camino perdido a menudo
por algún temor fuera de lugar, arrogancia y la más pura estupidez. La vida es
un don. Cada momento, una oportunidad de expandirse y volar hacia los cielos. Y
sí hay uno. No, me retracto. Hay muchos. En cada momento hay oportunidad de
crecimiento. Todo depende si eres contundente y lo atajas antes de que te pase
de lado. Y te pasará de lado. Ahora en los momentos gloriosos de la vida en el
más allá respiro un aire cristalino y me convierto en un ser angélico, o algo
por el estilo. Mi único deseo es mantener este estado cuando vuelva a entrar a
probar otra vez. Una prueba para tratar de evolucionar al próximo nivel. La
expansión del alma la experiencia más preciada. Sugerimos que no la pierdas.
Amir
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