Querido amigo,
La primera cosa que noté fue la ausencia de
respiración. Mis pulmones trabajaban arduo para tomar aire a través de un
respirador. Casi que no podía recordar cómo era sentirme libre de esa condenada
cosa. Muchos cigarrillos taponando mi respiración. A menudo me preguntaban por
qué seguía haciéndolo. No tenía idea, solo que me gustaba la manera cómo el
humo se filtraba a través de mi cuerpo. La deuda la pagué en mi último año de
vida. Pasé 427 días atado a una máquina que me mantenía respirando. Me dijeron
que no hacía ruido, pero reverberaba en mis oídos. El silencio me recibió una
mañana después de una breve sospecha de que algo estaba sucediendo. Miré
alrededor de mi cuarto; nada estaba fuera de lugar. Solo silencio. No me había
levantado por un tiempo ya, así que llamé a la enfermera. Nadie apareció.
Parecía como si hubiera habido un desalojo y no me hubiera enterado.
Me imaginé que alguien se aparecería tarde o
temprano, así que volví a recostarme en mi almohada y tomé una siesta. Comencé a recordar cuando terminé la universidad y me mudé a Nueva York por primera
vez. Una de mis mejores memorias es fumarme un cigarrillo y tomarme un martini
en mi lugar favorito The tavern on the green. Estaba celebrando que
encontré mi primer empleo. Fue entonces cuando escuché un ruido. De golpe abrí
mis ojos y me encontré sentado en una mesa en aquel lugar.
Mis sentidos se inundaron con el tintineo de vidrios junto al
suave murmullo del salón repleto de gente. ¿Era esto un sueño? Seguramente no.
Me puse de pie y me fui a la puerta para tratar de encontrarle sentido a lo que me estaba ocurriendo. Cada
detalle era tal cual como lo recordaba. Me rasqué los ojos y pensé en mi niñez.
Recordé una vez que mi hermano me jugó un truco tonto de cambiar todo nuestro
cuarto al revés para asustarme. Me rasqué los ojos una vez más y estaba allí
nuevamente en mi viejo cuarto, justamente reacomodado como él lo había hecho.
Este proceso continuó hasta que estuve seguro de que me había vuelto
completamente loco.
Después de un tiempo cubrí mis ojos para poder
detener las transiciones. Era como estar en una montaña rusa y ya estaba
mareado y con mi estómago malo. Sentí una mano en mi hombro, pero me dio miedo
ver hacia arriba. Me habló una suave voz que me era muy familiar. Me dijeron
que podía controlar lo que me estaba sucediendo. El pensamiento crea la
realidad; estaba corriendo desbocado por el proceso. Todo lo que tenía que
hacer era bajar el ritmo. Pensar más lentamente. Podía estar en cualquier
lugar que yo quisiera de ahora en adelante. La verdad de todo esto era que
había muerto.
Me reí. No me sentía mal. Abrí mis ojos y vi
inmediatamente los ojos de mi hermano. No los había visto por tanto tiempo.
El sonido de la respiración ya no era necesario,
era solo una tenue memoria. Estoy muy ocupado creando realidades con mi
hermano. La muerte es solo el comienzo. Me estoy divirtiendo. Tú también, ya
verás.
Arthur
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