Querido amigo,
Muchas veces, durante el
camino de la vida, uno se encuentra en una llanura. Sin altos ni bajos,
simplemente un patrón continuo de cualquier cosa que haya creado la esencia. A
menudo la muerte es un vehículo para cambiar la energía asociada con las
decisiones que le permiten a uno escapar de la llanura. Así me encontré a mí
mismo una noche invernal hace unos momentos. El detalle de los contratiempos de
aquella vida física nada memorable. Sin embargo, el proceso espiritual le
permitió responder y seguir adelante a mi ser estancado. La muerte no es
necesariamente algo negativo. A menudo es imperiosa para escapar de la
monotonía creada por la esencia. Entonces, mi querido amigo, no sientas luto
por mi muerte. Ha sido un alivio y una satisfacción que había ansiado por mucho
tiempo. Mi velocidad hacia la fuente de mí mismo se ha incrementado unas cien
veces.
La trascendencia no fue
posible antes de que una tormenta helada se arremolinara ahora hacia los
cielos. Muy sublime el sentimiento. Tan completo el pensamiento. Con tantas
posibilidades la separación de la materia. Somos uno con el universo y el
universo somos nosotros. Deslizándome en un susurro de energía no identificable
alcanzo el centro de mi esencia y encuentro mi evolución a esta nueva posición.
Mi asociación con Dios se revela en una implosión de energía. En verdad
magnificente. En verdad la manifestación infinita de todos mis seres. La unión
de todos nosotros, un mero hilo en el tapiz de la existencia.
Así es mi interpretación de
la muerte ahora grabada para otros. Estamos satisfechos.
Torrance B. Metla
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